“de sabios, poetas y locos todos tenemos un poco,
pero algunos poseen más de locos
que de sabios y poetas”Dicho popular corregido y mejorado por mi abuelaEra lo más parecido a un tornado. Nada quedaba en su lugar después.
A los 7 años le dieron a elegir: piano o labores.
Y allá fue, a lo de la Señorita Margarita a tocar el piano.
Otra cosa creía la niña Angélica de la música, la suponía llena de pájaros, de colores claros danzando en el aire, trepando a la ventana...jugando con la cola de los cometas en la plaza principal...pero no.
Teoría y solfeo. Do mayor, do menor, re sostenido, la....blancas y corcheas en fila como los soldaditos de plomo de Perico.
Y nada de andar tocando cualquier nota, aquí mando yo, señorita, mando yo!
Angélica estaba colorada de rabia, se mordía los labios para no contestar
-Responda señorita...¿estudió para hoy?
La nena hacía fuerza para no llorar, La Margarona , Margarina, Margaluna , Margaloca ésa, no la vería jamás mojar un pañuelo.
Siguió en silencio, apretando los dientes mientras la profesora indignada se incorporó:
-Muy bien- dijo, retorciéndose las manos por no darle un pellizco- usted, se quedará aquí, sola, encerrada, hasta que aprenda de memoria esta partitura...y hablaré con Don Manuel...
La niña no habló pero levantó la cabeza desafiante.
Luego sonó un portazo y dos vueltas de llave.
Al principio la melodía sonaba francamente mal, pero fue mejorando hasta que la maestra, que no abandonó en ningún momento la habitación contigua, sonrió satisfecha.
-Qué niña melindrosa había salido...pero se corregirá...
Lejana a estos pensamientos mi abuela era protagonista de su primer hazaña, sentada en la tapa del piano miraba la vida que pasaba por la ventana mientras tocaba la sonata con los pies.