jueves, abril 14, 2005

fotografía dos: los novios eternos

para Caro, desde el reencuentro

Después de 25 años de noviazgo, en la sala los jueves, día de visita;en el biógrafo los sábados con Danielito de la mano, o en los picnics de Palermo con toda la familia – cuatro tías, dos tíos, ocho primos, y otros tantos más – ayer, 14 de abril de 1972, María y Atilio se casaron ante Dios y ante los hombres (con la parentela ya citada, los vecinos de ocasión y los paseantes de la calle Bolívar al 500, partido de Merlo, todo lo cual consta en Actas del Registro Civil)
Ella llegó a los cuarenta y dos cuidando a sus primos menores y luego a miles de chiquitos como Maestra Normal Superior.
El trató de no morir de pena en grises oficinas mientras cuidaba a sus padres, especialmente a doña Victoria que se desmayaba cada vez que Atilio hablaba del casamiento.
Se les fue marchitando la piel en los zaguanes, el ajuar bordado fue palideciendo aunque María lo cuidase con devoción.
Nunca pudieron tener hijos.
Cuando todos los primos se casaron y llegamos nosotros, María y Atilio, o mejor dicho Tía Coca y Tío Ati iniciaron una tradición.
Durante las vacaciones de invierno íbamos todos a Palermo, una semana las chicas; María José, Carolina, Naty y yo, y la otra los varones, Pablo, Fede y Javier.
Eramos chicas de barrio y la vida en esa casa frente al Hipódromo era bastante particular...misa todos los días, teatro, cine, libros, clases de urbanidad y buen comer.
Fui feliz aunque por momentos no encajara con tantos protocolos.
A los 14 me rebelé y no quise ir más, estuve un tiempo distanciada hasta que Ati se enfermó. Me conmovió el dolor de esa mujer que perdía el amor.
Después de la muerte de Atilio ella no vivió mucho más.
Pasaron algunos años.
Nos reencontramos en una larga charla en donde me legó las fotos de familia y sus libros de cocina....veo su letra menuda y prolijísima, cierro los ojos y vuelvo a saborear su fondue de chocolate.

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