una mano del abuelo héctor me ocupa casi toda la espalda mis diez años sobre su regazo acunándolo su llanto es un volcán de leche desolada pienso en salvavidas en el bote de la isla en esa viejita de ojos grises que ahora parece de cera en la habitación de al lado las tazas el abanico chino la lata de las galletitas todo flota y va cayendo en cascada por la ventana hacia la galería mi mano acaricia su cabeza enorme que huele a glostora alguien quiere mandarme a jugar con los otros bajo la glicina estoy ocupada murmuro mientras canto bajito para que mi hijo se duerma
jueves, abril 03, 2008
en la casa de la abuela felisa
Etiquetas:
Felisa Ustariz de Negri,
Hector Carlos Negri
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